No es la primera vez que hacemos mención a la dificultad para la GESTIÓN DE LAS EMOCIONES, más concretamente, la gestión de la ansiedad.
En una sociedad productiva, en acción, dónde los resultados son el motor y la motivación de nuestra vida, muchas veces es difícil «PARARSE A PENSAR».
Cada vez somos más habilidosos en la gestión emocional, pero también, más irresponsables y menos atentos a esas señales. Manejamos emociones y salvamos la rapidez de nuestro día a día con nota. Dando la impresión de que «siempre podemos» hacer un poquito más.
Poco a poco nuestra vida se llena de días, horas, minutos, segundos, instantes que van saturando nuestras posibilidades hasta que nuestro cuerpo y nuestra cabeza explota y nos dice: «¡ya no puedo más!».
Cuando una persona recurre a la psicología, generalmente sabé qué hacer y cómo, pero le falta el «CUÁNDO».
Ahí radica la dificultad: «SABER CUÁNDO PARAR».